La agricultura ecológica crece en España a un ritmo alto y sostenido. En 2018 la superficie cultivada llegó a las 2,24 millones de hectáreas, un 8% más que el año pasado. Un elemento fundamental para continuar con ese avance sostenido por la demanda del mercado es la adecuación de los suelos a la producción respetando procesos naturales. En ese sentido, el uso de Harva-Zyme – un acondicionador de suelo orgánico, no contaminante y 100% ecológico– permite la mejora de la función biológica del suelo contribuyen a maximizar los servicios ambientales de los cultivos y a mantener su productividad a largo plazo. Nuestro producto:

  • Aumenta la actividad bacteriana
  • Mejora penetración del agua
  • Disminuye estrés vegetal

La mejora de la calidad del suelo y el reciclaje de los nutrientes esenciales para los cultivos en el sistema suelo-planta constituye la base del modelo de ecogestión, que intenta sostener la productividad agrícola a largo plazo mediante estrategias que favorezcan la estructuración y la función biológica del suelo. Y es que la tierra representa un recurso esencial en toda agricultura, pero especialmente en la ecológica. Lejos de ser una capa residual y estática, un mero soporte para las plantas, constituye un ecosistema complejo y dinámico donde tienen lugar numerosos procesos físicos, químicos y biológicos. De ellos dependen la fertilidad y la estructura del suelo y, en última instancia, la productividad de los cultivos. . A todas estas cuestiones inherentes al trabajo en los campos, debe añadirse en el caso ecológico, que el trabajo debe ejercer un impacto ambiental reducido y contribuir a la mitigación del cambio climático y a la lucha contra la desertización.

La gestión ecológica intenta sostener la productividad agrícola a largo plazo mediante el uso de técnicas blandas y recursos locales que favorezcan la función biológica del suelo. La estructura del suelo constituye la clave para su buen funcionamiento, ya que define el hábitat para los organismos edáficos y, además, promueve el flujo de agua y nutrientes hacia las plantas.

Debido al empleo de abonos inorgánicos y plaguicidas, la agricultura intensiva ha aumentado de modo notable el rendimiento de las cosechas. Sin embargo, también ha generado numerosos problemas ambientales. En las últimas décadas, como resultado de la intensificación agrícola y del cambio climático, muchos suelos de labranza han sufrido pérdidas destacables de materia orgánica, lo que ha dado lugar a una menor capacidad agronómica o a un mayor riesgo de desertización. Por ello, se hace necesaria la búsqueda de nuevas técnicas que incrementen el contenido de materia orgánica de los suelos agrícolas donde encaja Harva-Zyme.